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Una compañía con raíces en la industria del cannabis en Florida decidió dar un giro profundo: ahora se presenta como 0G Treasury, con un financiamiento de US$ 401 millones, para transformarse en una empresa de tesorería de criptomonedas. Este cambio no sólo redefine su modelo de negocio, sino que reconfigura cómo se vinculan hoy los sectores del cannabis, las finanzas especulativas y los activos digitales en EE.UU. 

Lo más llamativo de este movimiento es que una firma cuya trayectoria estaba ligada al cannabis —un sector aún estigmatizado y regulado de forma desigual— decide migrar hacia un espacio de altísima volatilidad, innovación financiera y riesgos regulatorios propios del ecosistema cripto. Esto plantea preguntas urgentes sobre legitimidad, transparencia, cumplimiento legal y tributario, además del rol que juegan los fondos y el financiamiento en industrias que suelen operar en márgenes difusos.

Aunque la empresa dice apuntar a construir valor mediante la inversión en criptoactivos, custodias y otros servicios financieros digitales, este tipo de estrategias suelen chocar con cuestionamientos éticos y de supervisión estatal. Para quienes apoyan el emprendimiento cannábico, startups y regulación responsable, este suceso es una alerta: la diversificación puede brindar nuevas oportunidades, pero también riesgos que no se ven a simple vista.